L'idée l'amuse et, comme il n'a pas de chargement, Juan décide de jouer les guides touristiques avec nous et de s'arrêter pour nous faire découvrir quelques sites en chemin. C'est ainsi que nous découvrons un vieux cimetière en plein désert, que nous prenons quelques photos du monument marquant le Tropique du Capricorne, puis que nous profitons d'un joli point de vue sur la Portada, une immense arche rocheuse dans le Pacifique, juste au nord d'Antofagasta.
À l'arrivée, Juan décide de ne pas nous lâcher en pleine ville et nous offre de planter la tente dans l'enceinte de son entreprise pour y passer la nuit en sécurité. Malheureusement, son patron ne sera pas du même avis et il nous faudra trouver un endroit pour passer la nuit. Sans un sou en poche, il n'est pas envisageable d'aller dormir à l'hôtel et nous passerons la nuit sur une plage. Juan, décidé à nous aider jusqu'au bout, reprend son camion et nous fait traverser la ville afin que l'on puisse dormir en sécurité sur une plage appartenant à l'armée, juste en face d'une caserne.
Requinqués, nous nous retrouvons à nouveau au bord de la route, sauf que celle-ci est beaucoup plus fréquentée et nous n'avons même pas le temps de nous installer pour faire du stop qu'une voiture s'arrête pour nous proposer de nous emmener.
Salimos de Iquique en el camión de Juan, sin saber ni siquiera adonde vamos... ¡ Dirección el Sur, pararemos dónde nos gustará !
La idea lo divierte y, como no tiene carga, Juan decide jugar a los guías turísticos con nosotros y parar en algunos sitios del camino para que los podamos descubrir. Así es como descubrimos un viejo cementerio en pleno desierto, que tomamos algunas fotos del monumento que marca el Trópico del Capricornio, y luego disfrutamos de un hermoso punto de vista sobre la Portada, un inmenso arco rocoso en el Pacífico, justo al norte de Antofagasta. Tendremos la oportunidad de admirar allí la puesta del sol antes de reemprender el viaje, hasta llegar a Antofagasta, nuestro destino final para ese día en camión.
Cuando por fin llegamos, Juan decide no soltarnos en la mitad de la ciudad y nos ofrece armar la carpa en el recinto de su empresa para pasar la noche allí en seguridad. Desgraciadamente, su jefe no tiene la misma opinión y deberemos encontrar un lugar para pasar la noche. Sin un peso en el bolsillo, ni siquiera pensamos en ir a dormir en un hotel y pasaremos la noche en la playa. Juan, decidido en ayudarnos hasta el fin, no lleva en su camión para atravesar la ciudad con el fin de que podamos dormir en seguridad en una playa que pertenece al ejército, justo frente a un cuartel. Nos instalamos lo mejor que podemos, antes de recibir la visita de los militares que nos autorizan a pasar allí la noche pero "bajo nuestra propia responsabilidad"... Dormiremos entonces apoyados contra un murete, rodeados de grupos de jóvenes que vienen a pasar la noche allí bebiendo y fumando. ¡ La noche no fue muy fácil, y sobre todo fue muy corta !! De madrugada, subimos a hacer dedo sobre el camino para continuar nuestro descenso hacia el sur. Desgraciadamente, no pasa mucha gente el domingo a esta hora matutina. Un vehículo para sin embargo después de algunas decenas de minutos de espera, y que sorpresa, se trata de Daniel, el aduanero que nos había permitido pasar la noche adentro en Ollagüe. Muy contentos de encontrarnos, nos invita a desayunar en su casa antes de llevarnos al cruce de la "Ruta 5", situado a algunos kilómetros de la ciudad. ¡ Gracias Daniel, sin duda alguna el aduanero más simpatico de Chile ! ¡ Es siempre en estos momentos difíciles que la gente muestra lo mejor de si misma, y nos permite convertir una mala experiencia en un recuerdo excelente !
Despues de una buena comida, nos encontramos de nuevo al borde de la carretera, excepto que ésta es mucho más frecuentada y hasta no tenemos tiempo de instalarnos para hacer dedo que un carro para para proponernos llevarnos. Echamos de una nuestras mochilas al auto y arrancamos para 700 km de camino en pleno desierto de Atacama, el más árido del mundo. Ni un pueblo, ni una gasolinera a lo largo de esta porción de camino. Tener una avería aquí, o tener hacer dedo sería terrible, no hay ni un solo arbusto que aguanta este calor y el paisaje varía sólo de arena a piedras. ¡ Tenemos la impresión de recorrer la Luna, y nosotros aqui trancados en este carro con dos mozos muy raros ! Que nos plantean un montón de preguntas extrañas acerca de nuestras finanzas, quisieramos huir lo más rapido posible pero no podemos descender en pleno desierto. Al cabo de unas horas, llegamos a Chañaral dónde descendemos sin vacilar, siendo aliviados al tomar nuestras distancias con nuestros dos compañeros de camino.
Todavía es temprano y no tenemos ganas de enmohecer en este pueblo perdido, empezamos rapidamente a hacer dedo otra vez pero después de haber pasado toda la tarde esperando, terminamos abandonando. Nadie para, comenzamos a estar hartos de este desierto, asi que tomamos un bus de noche con destino a Santiago, la capital de Chile. ¡ Por lo menos pasaremos una buena noche, bien instalados rodando hacia el sur !
La idea lo divierte y, como no tiene carga, Juan decide jugar a los guías turísticos con nosotros y parar en algunos sitios del camino para que los podamos descubrir. Así es como descubrimos un viejo cementerio en pleno desierto, que tomamos algunas fotos del monumento que marca el Trópico del Capricornio, y luego disfrutamos de un hermoso punto de vista sobre la Portada, un inmenso arco rocoso en el Pacífico, justo al norte de Antofagasta. Tendremos la oportunidad de admirar allí la puesta del sol antes de reemprender el viaje, hasta llegar a Antofagasta, nuestro destino final para ese día en camión.
Cuando por fin llegamos, Juan decide no soltarnos en la mitad de la ciudad y nos ofrece armar la carpa en el recinto de su empresa para pasar la noche allí en seguridad. Desgraciadamente, su jefe no tiene la misma opinión y deberemos encontrar un lugar para pasar la noche. Sin un peso en el bolsillo, ni siquiera pensamos en ir a dormir en un hotel y pasaremos la noche en la playa. Juan, decidido en ayudarnos hasta el fin, no lleva en su camión para atravesar la ciudad con el fin de que podamos dormir en seguridad en una playa que pertenece al ejército, justo frente a un cuartel. Nos instalamos lo mejor que podemos, antes de recibir la visita de los militares que nos autorizan a pasar allí la noche pero "bajo nuestra propia responsabilidad"... Dormiremos entonces apoyados contra un murete, rodeados de grupos de jóvenes que vienen a pasar la noche allí bebiendo y fumando. ¡ La noche no fue muy fácil, y sobre todo fue muy corta !! De madrugada, subimos a hacer dedo sobre el camino para continuar nuestro descenso hacia el sur. Desgraciadamente, no pasa mucha gente el domingo a esta hora matutina. Un vehículo para sin embargo después de algunas decenas de minutos de espera, y que sorpresa, se trata de Daniel, el aduanero que nos había permitido pasar la noche adentro en Ollagüe. Muy contentos de encontrarnos, nos invita a desayunar en su casa antes de llevarnos al cruce de la "Ruta 5", situado a algunos kilómetros de la ciudad. ¡ Gracias Daniel, sin duda alguna el aduanero más simpatico de Chile ! ¡ Es siempre en estos momentos difíciles que la gente muestra lo mejor de si misma, y nos permite convertir una mala experiencia en un recuerdo excelente !
Despues de una buena comida, nos encontramos de nuevo al borde de la carretera, excepto que ésta es mucho más frecuentada y hasta no tenemos tiempo de instalarnos para hacer dedo que un carro para para proponernos llevarnos. Echamos de una nuestras mochilas al auto y arrancamos para 700 km de camino en pleno desierto de Atacama, el más árido del mundo. Ni un pueblo, ni una gasolinera a lo largo de esta porción de camino. Tener una avería aquí, o tener hacer dedo sería terrible, no hay ni un solo arbusto que aguanta este calor y el paisaje varía sólo de arena a piedras. ¡ Tenemos la impresión de recorrer la Luna, y nosotros aqui trancados en este carro con dos mozos muy raros ! Que nos plantean un montón de preguntas extrañas acerca de nuestras finanzas, quisieramos huir lo más rapido posible pero no podemos descender en pleno desierto. Al cabo de unas horas, llegamos a Chañaral dónde descendemos sin vacilar, siendo aliviados al tomar nuestras distancias con nuestros dos compañeros de camino.
Todavía es temprano y no tenemos ganas de enmohecer en este pueblo perdido, empezamos rapidamente a hacer dedo otra vez pero después de haber pasado toda la tarde esperando, terminamos abandonando. Nadie para, comenzamos a estar hartos de este desierto, asi que tomamos un bus de noche con destino a Santiago, la capital de Chile. ¡ Por lo menos pasaremos una buena noche, bien instalados rodando hacia el sur !
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